Por Eduardo Mangada (Nueva Tribuna)
La ciudad no es un mero artefacto físico (calles, plazas, parques…) sino un espacio social en el que se producen la mayor cantidad de intercambios de bienes e ideas. Un intenso tejido de relaciones en el que se ofrece una gran panoplia de servicios a los ciudadanos. La ciudad, más que un simple lugar, es el conjunto de la ciudadanía.
“(…) Los espacios urbanos (…) solo adquieren sentido cuando se convierten en escenario y marco de la vida social, y es la coreografía de la celebración o la protesta, del espectáculo o el duelo, lo que otorga vida y significado a las fábricas inertes de la arquitectura” (Luis Fernández Galiano).
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